martes, 23 de julio de 2013

¿DE QUE ESTAN HECHOS LOS SUEÑOS?



Bellos, eróticos, terroríficos, alegres, melancólicos, pero en el fondo siempre misteriosos, los sueños se nos parecen, están hechos a imagen nuestra, hechos de nuestra misma manera de ser. Se asocian a nuestro entorno cotidiano, a nuestro trabajo, a nuestra familia, a nuestros amores: reflejan nuestras emociones, encierran nuestros recuerdos, manifiestan nuestras esperanzas, nuestros intereses, los problemas, los miedos, los deseos secretos que ni nos atrevemos a confesar.
Todos los sueños no son iguales: algunos quedan impresos en nuestra memoria durante años, nos ayudan a comprendernos, a veces por la insistente repetición de un sueño, propenso a volver varias veces, siempre igual, aunque distanciado en el tiempo. Estos son los que los antiguos definían como sueños “salidos de la puerta de marfil”, es decir bellos, verdaderos, dignos de ser interpretados como mensaje de los dioses. Por consiguiente, son diferentes de los insignificantes y groseros, sueños que desaparecen enseguida en cuantos nos despertamos, porque han sido provocados por una cena demasiado pesada, por la posición que habíamos adoptados durmiendo o por las impresiones de lo que habíamos visto u oído durante el día.
Cómo interpretar los sueños
“Un sueño no interpretado es semejante a una carta nunca abierta”. Está máxima está sacada del Talmud, libro sagrado del pueblo judío que era sabio en materia de sueños y numerología.
He aquí algunas reglas para aprovechar mejor los beneficios de los sueños, aprender a desmenuzarlos y a interpretarlos.
En principio, antes de dormir, cuente una serie infinita de corderos. Imagínese que uno tras otro saltan por encima de una cerca y, a cada salto, repítase mentalmente << uno, estoy soñando; dos, estoy soñando; tres, estoy soñando…>> hasta que llegue el sueño sin darse cuenta.
Cada vez que se despierte con mal gusto de boca a causa de malos sueños que haya tenido y que no le hayan gustado, pruebe a dar retroceder en el sueño y reinventar el final feliz que le faltaba.
Si algo le atormenta o si busca una solución genial a un problema, haga un resumen escrito en una hoja y repítalo varias veces mentalmente; luego pase una buena noche. En cuanto se despierte, si piensa minuciosamente lo que ha soñado, se dará cuenta que tiene la solución al problema, solución a la que el pensamiento racional no hubiera llegado. Ponga el despertador para que suene cada hora y media, para despertarse después de cada periodo de sueño y no solamente en el último, lo que le dará más aspectos en que pensar.
Soñar despierto durante el día permite valorar con más detalles los sueños nocturnos. Y no olvide que el hecho de dormir bien equilibra el cuerpo y la mente, el hecho de soñar mejor y soñar mucho es fuente de buen humor, de juventud y longevidad.
En cuanto a la interpretación, hay que saber qué tipo de sueño es; la diferencia entre un sueño de contenido corriente o, al contrario, un mensaje importante le será indicado por sus impresiones al despertar y la emoción que le acompaña. Si siente que esta vez se trata de un verdadero sueño, no lo deje escapar. Anote enseguida los elementos clave, o mejor aún, grábelos antes que la consciencia al despertar tenga tiempo de borrarlos o de modificarlos.
Empiece a desmenuzar el sueño pieza a pieza, procurando comprender si se trata de un mensaje especulativo que refleja su situación, o de un sueño que habla en un lenguaje simbólico en el cual un elemento representa a otro.
Fíjese bien en el color que tienen sus sueños, en la aparición de las cifras o de formas geométricas, o también en las palabras sueltas que pueden invadir improvisadamente el mundo de los sueños. Hay que estar también atentos a la forma de los objetos y de las personas, en particular si aparecen raros o diferentes de lo que son en realidad.
No olvide que el sueño no debe ser subestimado ni ponerse en un altar. No se aflija y no espere del mensaje del sueño más de lo que este es capaz de transmitirnos. Tiene mucho tiempo por delante para soñar y muchos otros mensajes que captar.

Análisis de los símbolos más comunes en la interpretación de los sueños
Los elementos:
Los elementos bipolares son cuatro. Mezclados de forma diversa y proporcional constituyen, según filósofos griegos, la materia primordial del mundo.
Fuego: Significa masculino, energía, actividad, dinamismo.
Aire: Significa masculino, expansión, ligereza, espiritualidad.
Agua: Significa femenino, fluidez, receptividad, maternidad.
Tierra: Significa femenino, positivismo, pesadez, materia.
Los planetas:
Los conocidos por los antiguos como divinidad, centros de energía y columnas de la ciencia astrológica son siete:
Sol: el padre, la vida, la luz, la consciencia.
Luna: la madre, el tiempo, la fertilidad, el subconsciente.
Mercurio: el joven, el intelecto, el movimiento, la palabra.
Venus: la mujer, el amor, la belleza, el arte.
Marte: el varón, el sexo, la guerra, la sangre.
Júpiter: el hombre maduro, la riqueza, la sabiduría, la autoridad.
Saturno: el viejo, el aislamiento, la esencialidad, la muerte.
Las formas geométricas:
Círculo: la perfección, la unidad, la eternidad, el cielo.
Triángulo: el desequilibrio, el movimiento, el fuego.
Cuadrado: la estabilidad, el orden, la solidez, la tierra.
Estrella: el destino, el hombre (la cabeza y los cuatro miembros).
Espiral: la evolución, la involución.
Cruz: el conflicto que se resuelve en el centro donde convergen los opuestos.
Media luna: lo irracional, el misterio, el poder femenino.
Recta: el yo.
Paralela: la dualidad.
Los colores:
Blanco: la síntesis, la luz, la pureza.
Negro: el peligro, el subconsciente, la muerte, el misterio.
Rojo: la vida, la sangre, el calor, la pasión, la guerra.
Rosa: los efectos serenos, la tranquilidad, la feminidad.
Amarillo: la soledad, la alegría, los celos, la rabia.
Naranja: la energía, la vitalidad, el estudio.
Verde: la esperanza, la naturaleza, el renacimiento, la oscuridad.
Azul: la sabiduría, la profundidad, la espiritualidad.
Violeta: la meditación, la dulzura, la tristeza.
El espacio:
Izquierda: la mujer, lo negativo, el ocaso.
Derecha: el hombre, lo positivo, el alba.
Grande: lo importante, el presente, lo urgente.
Pequeño: lo omisible, el pasado.
Alto: el espíritu, lo dinámico.
Bajo: la tierra, la materia, lo estático.
Los números:
0: el comienzo, la energía.
1: la unidad, el yo, la energía creadora.
2: la pareja, la dualidad, el conflicto.
3: la síntesis, la perfección, el hijo.
4: la estabilidad, la materia.
5: el dinamismo, la aventura.
6: el sexo, el amor, el dolor.
7: la espiritualidad, el final de un ciclo.
8: la eternidad, el misterio.
9: el conocimiento:

Utilidad de los sueños
Archivo de la información diaria
La primera función que desempeñaría el cerebro durante el sueño sería la de codificar todos los datos de una forma especial que permitiese su fijación en la memoria: lo que podríamos denominar sueños de codificación, de los que raras veces somos conscientes, pero que cuando lo somos podemos reconocer porque aparecen en el mismo los hechos ocurridos durante el día mezclados y deformados de una manera que nos parece absurda e irracional, y con una importancia y valoración muy distinta de la que les asumiríamos en la vigilia.
Resolución de problemas durante el sueño
Son muy bien conocidos los casos de personas célebres que resolvieron sus problemas gracias a los sueños; el mismo Edison (creador de la bombilla) no se recataba en reconocer que cada vez que se le presentaba un problema aparentemente insoluble se iba a dormir, prescindiendo que fuera de día o de noche, y durante el sueño siempre se le aparecía la solución buscada, que luego no tenía más que poner en práctica y dar por finalizado otro de sus inventos.
Sin llegar a esos extremos, es muy frecuente “ir a consultar con la almohada” cuando nos atosiga un problema, y más de una vez éste se soluciona durante un sueño o lo vemos más claro a la mañana siguiente.
Conversar con el inconsciente
¿Quién no ha oído decir alguna vez “Yo duerno muy bien porque tengo la consciencia tranquila” o “Yo duermo como un tronco porque estoy en paz con mi consciencia? Y quienes dicen esto quizá no se dan cuenta de la gran verdad que encierran estas palabras, pues una de las funciones de los sueños es la de ponernos en paz con nuestra conciencia; es decir, la de ayudarnos a eliminar aquellas tensiones, frustraciones, traumas y remordimientos que nos ocasiona casi a diario el tener que vivir como personas civilizadas, sometidas a unas nomas sociales que muchas veces coartan nuestros instintos y deseos más profundos, o nos obligan a hacer cosas que repugnan a nuestra consciencia.
La previsión del futuro
Al analizar los sueños se hace evidente que debemos clasificarlos en dos categorías distintas: premoniciones y predicciones. La premonición es una deducción sobre lo que puede suceder basándonos en datos o indicios que ya se poseen, mientras que la predicción significa conocer lo que sucederá sin nada que justifique dicho conocimiento.
Por ejemplo, el caso de una persona que soñó que estando asomada al balcón de su piso, éste se rompía y caía a la calle. El soñador empezó a reflexionar y por último se dirigió al balcón y examinándolo detenidamente, no tardo en descubrir una grieta que desconocía, si bien no cabe la menor duda que inconscientemente la divisaría y posteriormente daría origen al sueño premonitorio.
El verdadero sueño profético o predictivo, se produce rara vez y ante todo se caracteriza por la fuerza y realismo, que impresiona tan vivamente, queda tan fielmente grabado en nuestra mente, que incluso al cabo de años se recuerda hasta el más mínimo detalle.
TUAN, LAURA
El gran libro ilustrado de los sueños
Editorial de Vecci, 2001

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